CRÓNICA DE LA JORNADA DE TEAdir EUSKADI del 4 de abril de 2017.
Vamos a concluir la sesión de hoy, dando nuevamente las gracias a quienes la han hecho posible en su organización y a las personas que acudiendo a esta cita la habéis hecho posible en su ejecución. Este interés y estas reflexiones, nos animan en TEAdir Euskadi a seguir organizando espacios de encuentro y de sensibilización sobre los TEAs.
Lo cierto es que en estos días hemos leído y escuchado mucho sobre autismo. Y nos congratulamos de ello. Es importante que en la sociedad se vaya generando conciencia sobre la particular posición de nuestros chicos y chicas en el mundo, más allá de prejuicios y estereotipos. Una particular posición que quienes han tomado la palabra hoy nos han ayudado a entender mejor.
Pero es también cierto que el afán periodístico por la noticia cae en ocasiones en la falta de rigor y en la simplificación del mensaje.
Y lo que hoy hemos podido constatar es precisamente que no nos hallamos ante algo “simple”: que cada chico o cada chica con TEA es diferente, que las soluciones mágicas, universales y procedimentadas no existen, que no hay pautas cerradas a aplicar que nos garanticen el mejor resultado.
Pero eso no significa que no tengamos una posición que mantener y que defender para “descongelar los helados muros”, para socorrer a quien está en esa inmensa angustia, para invitarle a decir sí.
Hay palabras y actitudes (ingredientes) a incorporar a nuestra vida que nos pueden ayudar y que Vilma, Beatriz, Astrid, Ana y quienes habéis intervenido nos habéis mostrado:
Una nueva manera de mirar. El autismo requiere que miremos con ojos nuevos y abiertos a nuestros chicos y chicas y también a la propia sociedad.
Aprender de las personas autistas, porque son nuestros maestros y maestras, son quienes nos enseñan. Mantener ante ellos una actitud “atenta-distraída” de “no saber sabiendo”
Confianza. Entre el profesor o profesora y los padres y madres. Es importante que nos escuchemos mutuamente y que establezcamos unas bases de confianza en nuestra relación. Estamos para colaborar. Estamos para “encontrarnos” (evocando el título de la jornada de hoy).
También la confianza de la que ha hablado Beatriz: crear ese clima que genere la confianza de nuestros chicos y chicas en las personas adultas de la escuela.
Y confianza en términos de CREER. Confiar (creer) en nosotros mismos: creer en que como madres y padres, como docentes, como PTs, como terapeutas… podemos hacerlo posible.
Entender la escuela en su totalidad. A menudo, centrarnos exclusivamente en las notas y en lo académico nos enreda y nos hace perder la oportunidad de los otros espacios. Entender la escuela en su totalidad es prestar también atención a esos otros lugares de convivencia que son fundamentales para las relaciones: los recreos, las extraescolares, los comedores…
Creatividad. Las “reglas del juego” de nuestro entorno no nos sirven y nos sirven aún menos si, como sabemos y hoy se nos ha mostrado, el autista es “insumiso a la identificación común”. Obstinarnos en esas “reglas del juego” nos impide prestar atención a las puertas que nuestros hijos e hijas nos abren, a aquellos intereses en los que engancharles y desde los que ayudarles a construirse. Acompañar es una palabra clave y hacerlo con creatividad nos permite prestar atención a la “Tarjeta de visita” con la que el niño o niña se presenta.
Flexibilidad. Aferrarnos a nuestra autoridad como personas adultas (padres, madres, docentes…) nos impide llegar bien a estos chicos y chicas. No exageremos nuestra presencia, que les abruma, les invade y les angustia. Y liberémonos de tener que estar excusándonos constantemente por su presunta “mala educación”.
No estamos ante alguien rebelde que requiera disciplina. Estamos ante una persona que no puede atender a nuestra demanda y que necesita de nuestra flexibilidad. Desde nuestra flexibilidad podrá también nacer la suya.
Y flexibilicemos también los tiempos, las reglas, los procedimientos… del aula, adaptémonos a los chicos y chicas con TEA (y no al revés).
Empatía. A veces, desde la ignorancia, atribuimos a las personas con TEA falta de empatía. Pero ¿acaso en alguna ocasión nos preguntamos la que se les debe? Entender sus angustias (ponernos en ellas) nos permitirá situarnos mejor y ayudarles también mejor. Nos permitirá crear ese vínculo tan necesario.
Apuesta. Apostar por las personas que son. Ello no significa renunciar a su crecimiento ni a suavizar sus dificultades. Significa ayudarles a crecer desde quienes son. Como hoy se ha dicho en la mesa, “les encontramos cuando dejamos de buscarles”. Es entonces cunado se nos muestran cómo son, cuando se nos muestra quiénes son.
Convivencia versus inclusión. Es necesario crear un espacio colectivo común respetando las singularidades.
Las aulas pueden convertirse en lugares magníficos para las personas con TEA, espacios en los que sean reconocidas, respetadas, ayudadas… Y a los que también ellas pueden aportar, bien porque se recojan y prestigien sus intereses y particularidades o simplemente porque con su presencia muestren a otros adultos del mañana el valor del respeto a las personas, a la diversidad de nuestra sociedad y a la dignidad del sujeto.
Evaluaciones alternativas. Debemos construir nuevos modos de evaluación (escolar pero también laboral) que sean singulares, de modo que nos permitan reconocer y valorar los saberes y capacidades de todas las personas por encima de determinadas dificultades.
Seguro que hay más cuestiones importantes. Seguro que cada cual nos llevamos hoy un aprendizaje propio, el que más haya llamado a nuestra puerta.
Solo por eso, merecerá la pena que volvamos a reunirnos el año que viene.
En Bilbao a 4 de abril de 2017.